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jueves, 13 de enero de 2011

Eucalipto y sus poder curativo.

En la medicina aborigen tradicional, se empleaban en emplastos para cualquier tipo de herida o inflamación. También se empleaban internamente diversas decocciones, aunque no es recomendable para su uso doméstico (Pamplona, 1996).
También se utiliza sus hojas para infusiones, sobre todo aquellas más viejas, por tener mayor cantidad de aceite esencial; así se combate la gripe y el resfriado. Las fricciones con su aceite, son descongestivas.
Otro uso es como estimulante del apetito y digestivo en los casos de dispepsia atónica (Del Sol, 1995).

Este árbol, a pesar de no ser originario de nuestras tierras, ha sido asilvestrado mediante plantaciones forestales que buscan aprovechas su madera; así es como ocupa extensas franjas de nuestro territorio.
La información de sus propiedades medicinales y de sus constituyentes se encuentra en la literatura de casi todos los continentes.
Su principal componente activo es el eucaliptol, aceite esencial que se extrae de sus hojas, lugar en que se encuentra en mayor concentración. Además posee terpenos y alcoholes como el pineno, canfeno, cineol, terpinol y eugenol; además de taninos y resinas. Presenta algunos ácido como el valeriánico (Hoffmann et al, 1992).
Sus efectos sobre el aparato respiratorio provienen de las propiedades volátiles del aceite esencial, ya que eso le permite difundirse por el organismo, y es eliminado preferentemente por la vía respiratoria. También durante mucho tiempo ha sido considerado como un excelente febrífugo, sin que se haya aislado ningún principio activo que fundamente su efecto.
Su consumo prolongado o en forma muy concentrada provoca irritaciones de la mucosa, pudiendo llegar a producir lesiones atróficas, debido a su efecto vasocontrictor.

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